DESHÁGASE DE ESTE PELIGRO DE LAS PALMERAS

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Recientemente se han reportado daños a personas y propiedades causados por palmeras caídas que se han roto bajo el peso de sus hojas o frutos. Si bien todos reconocemos su belleza cuando se podan correctamente, muchos coincidirían en que, en realidad, no sirven para nada: no dan sombra y dejan caer sus semillas continuamente. Además, pueden ser peligrosas, sucias y feas si se dejan descuidadas o se mantienen solo ocasionalmente, y en muchas zonas de Orihuela Costa se encuentran en esta situación.

Hace tan solo unos años, las palmeras se cuidaban dos veces al año. Se trataban, podaban y fumigaban mientras presidían majestuosamente nuestras calles. Lucían majestuosas al dar una bienvenida mediterránea y regia a los visitantes. Pero ahora se ha permitido que crezcan demasiado; son demasiadas para que las autoridades locales puedan gestionarlas, dañando nuestras aceras y carreteras, y creando diversos peligros innecesarios, muchos de los cuales, para una población de edad avanzada, pueden ser extremadamente difíciles de sortear.

En Aguamarina hay una palmera madura cada 3 metros. La calle Agua, por ejemplo, tiene aproximadamente 300 metros de largo, pero alberga aproximadamente 100 árboles. Esto le da a la calle casi un árbol por cada 3 metros de longitud. Según los expertos locales, la distancia recomendada para este tipo de árboles es de entre 20 y 30 metros. Por lo tanto, en la calle Agua, una de las cientos de calles similares de Orihuela Costa, sobran 50 palmeras. Si esto se repitiera en toda la costa, el resultado sería un excedente de miles de árboles. Todos estos árboles cuestan cientos de miles de euros a los contribuyentes para su mantenimiento, muchos de los cuales podrían fácilmente salvarse o destinarse a otros usos más beneficiosos.

Hasta hace poco, la poda se realizaba dos veces al año. Ahora rara vez se realiza con más frecuencia que una, por lo que durante más de la mitad del año, los árboles, y las calles y avenidas que bordean, lucen realmente descuidados. Por eso, los residentes se emocionan mucho al ver al arborista, o "podador de árboles", llegar para su visita anual, aunque, por desgracia, no es ni de lejos lo suficientemente frecuente.