Orihuela: Pagando más y recibiendo menos ante la crisis de la basura

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Las cifras son demoledoras. Se presupuestaron siete millones de euros en 2024 y 2025 para nuevos camiones, contenedores y maquinaria. No se ha gastado nada. La ciudad apesta mientras el dinero permanece inactivo. ¿Adónde ha ido a parar? Nadie lo sabe. Lo cierto es que Orihuela está cada día más sucia.
Las cifras son demoledoras. Se presupuestaron siete millones de euros en 2024 y 2025 para nuevos camiones, contenedores y maquinaria. No se ha gastado nada. La ciudad apesta mientras el dinero permanece inactivo. ¿Adónde ha ido a parar? Nadie lo sabe. Lo cierto es que Orihuela está cada día más sucia.

Orihuela se está ahogando en basura y en excusas políticas. Los residentes pagan ahora el triple del impuesto de residuos, más de 200 euros al año, pero las calles nunca han estado peor. Contenedores desbordados. Basura podrida. Contenedores rotos sin reponer. Las familias pagan cantidades récord por un servicio colapsado.

Esto no es mala gestión. Es negligencia. El gobierno del PP y Vox ha permitido que el servicio más básico de la ciudad se desplome mientras presiona a los residentes con una subida de impuestos injustificada. «Paga más, recibe menos» se ha convertido en el lema de la política de residuos de Orihuela.

Las cifras son demoledoras. Se presupuestaron siete millones de euros en 2024 y 2025 para nuevos camiones, contenedores y maquinaria. No se ha gastado nada. La ciudad apesta mientras el dinero permanece inactivo. ¿Adónde ha ido a parar? Nadie lo sabe. Lo cierto es que Orihuela está cada día más sucia.

El Plan Local de Residuos, que en su día prometía reciclaje, recogida puerta a puerta y una ciudad más limpia y verde, ha sido archivado. Sin avances. Sin campañas. Sin resultados. Otra oportunidad desperdiciada, literalmente.

La oposición —PSOE, Ciudadanos y Cambiemos— ha forzado una comisión extraordinaria para el lunes. Quieren respuestas del concejal de residuos y del gerente de la Agencia de Gestión Ambiental. Pero las respuestas ya no son suficientes. Los vecinos merecen acciones.

La tasa de basura en sí misma es otro escándalo. El ayuntamiento ignoró una moción para introducir criterios sociales y proporcionales, dejando a las familias con dificultades con la misma carga que los ricos. Es un impuesto que castiga a los pobres por la incompetencia del gobierno.

Los habitantes de Orihuela tienen razón en sentirse estafados. Pagan más. Reciben menos. Y su ciudad se ensucia cada semana. El problema no es solo la basura. Es un gobierno que relega los servicios básicos a un segundo plano, dejando que los barrios se pudran.

Esto es más que una monstruosidad. Es un fracaso de liderazgo. Una traición a la confianza. Y un mensaje claro de que Orihuela no puede permitirse ni un día más de apatía política.

La basura se acumula. Y también la ira.